domingo, 6 de septiembre de 2015

Dios Habla A Través De Su Presencia


Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra. 1 Reyes 17:1

 Y le dijo Elías: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que hoy me mostrar a él. 1 Reyes 18:15
 

Y Eliseo dijo: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josafar rey de Judá, no te mirara a ti, ni te viera. 2 Reyes 3:14

 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso. 2 Reyes 5:16  

 De todos los profetas, los judíos consideran que Elías es el mayor. No es así en la iglesia, donde pensamos de Isaías como el mayor, por causa de la cantidad que escribió, y la cantidad de profecías mesiánicas que hizo. Elías fue el único de ellos que no murió, sino fue llevado al cielo en un carro de fuego.

Es claro de la escritura que durante el tiempo que él anduvo aquí en la tierra, el pueblo considero a Elías el principal de los profetas

Debido que Eliseo fue el primogénito espiritual de Elías, es claro porque él dijo esta misma frase que ha dicho Elías. Por estar junto con Elías tantos años, trabajando juntos, viajando juntos, orando juntos, y viviendo juntos Eliseo recibió la doble porción del espíritu de Elías. También, recibió mucho de su carácter, sus manierismos, y su estilo de ministerio. No debe sorprendernos que Eliseo usara la misma frase hablando de su relación con Dios.

Fíjate, es muy específico lo que esta frase dice. No la encontramos escrita “en cuya presencia estuve,” ni “en cuya presencia estaré.” El profeta dijo, “en cuya presencia estoy” por una razón, porque al momento que habló estaba en la presencia de Dios.

Tenemos que entender esto;  Elías no estuvo hablando de estar en la presencia de Dios durante su tiempo de oración; ni hablando de estar en su presencia allá en el templo. Por  otro lado encontramos que no estaba hablando de un día en cual estaría en la presencia de Dios, allá en el cielo. Otra vez, el lenguaje de la palabra de Dios es muy específico y en este caso, él estaba hablando de estar en la presencia de Dios en aquel preciso momento.

Si tomamos, por ejemplo, la primera cita

Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra. 1 Reyes 17:1

 podemos estar  sorprendidos a ver el profeta en la presencia de Dios. En esta instancia, él ha salido para hablar con el Rey Acab. Acab fue un rey injusto, que no sirvió a Dios en ninguna manera. Parece que Elías lo encontró en su palacio, y le hablo allá.

Podemos decir fácilmente que el palacio de Rey Acab fue en lugar de mucha iniquidad. No es que solamente no sirvió a Dios, sino que también él y su esposa, Jezabel, sirvieron a muchos otros dioses falsos. La Biblia nos menciona en capitulo 18 de del Primero de Reyes que la Reina tuvo ¡450 profetas de Baal, y 400 profetas de Asera comiendo a su mesa! ¡Es claro que aquel palacio fue peor que cualquier casa de narcotraficante, casa de prostitución, o cantina que podemos encontrar hoy en día!

En medio de todo de esta casa, el profeta declaró al rey, “en cuya presencia estoy.” ¡Qué tan impactante! En una manera, u otra, él ha llevado la presencia de Dios, cargándola con él, a este cubil de iniquidad.

Si vamos a los lugares de oscuridad espiritual, no hay manera mejor que llevar la presencia de Dios con nosotros. Necesitamos Su presencia allí más que cualquier otro tiempo. Aunque lo buscamos en nuestros servicios de la iglesia, y queremos sentirlo en nuestros tiempos tranquilos de oración; esta no hace la misma ayuda a nosotros como cuando estamos en medio del campo de enemigo.

La presencia de Dios habla al drogadicto.

La presencia de Dios habla al  niño de la calle.

La presencia de Dios habla al que está en la cárcel.

La presencia de Dios habla a nuestra familia.

La presencia de Dios te habla a ti y me habla a mí.

Podemos estar delante de Él y aún sin el decir ninguna palabra podemos entender cosas que fuera de su presencia nunca comprenderíamos. Se nos abren nuestros ojos, Sólo al saber que Él está allí, sentimos que nuestra piel se eriza, sentimos ganas de llorar, temblamos, Su presencia habla a nuestra mente, a nuestro cuerpo a nuestros sentidos.

Su presencia nos puede dar fuerzas, nos anima, nos motiva, nos consuela, nos alegra y reconforta.

Pero hay diferentes tipos de presencia.

Esta la presencia en la cual estamos lejos, podemos sentir esa presencia pero solo lo vemos y lo sentimos, es como cuando estamos viendo a una persona del otro lado del rio.

Esta la otra presencia es cuando cruzamos el rio y estamos más cerca de esa persona, pero no hay comunicación efectiva, solo palabras comunes y corrientes.

La presencia más fuerte es cuando conocemos a esa persona y ella nos conoce a nosotros y podemos tener una comunicación más fluida, Dios siempre ha querido una relación íntima con nosotros; no en la manera en la que  el mundo piensa de intimidad, sino en una relación íntima de corazón. 

La cosa es que cuando llevamos este tipo de PRESENCIA de Dios, o de Su Espíritu, con nosotros, las cosas cambian. No tanto por lo que hacemos, sino por la presencia que está con nosotros. Es la gran PRESENCIA de Dios que hace cambios en las vidas, no la gran habilidad de un buen maestro, o un predicador ungido.

Tanto que echaban los enfermos por las calles, y los ponían en camas y en lechos, para que viniendo Pedro, a lo menos su sombra tocase a alguno de ellos. Hechos 5:15  

¿Por qué la gente quería que la sombra de Pedro tocará a los enfermos? ¿Había algo mágico de la sombra de Pedro? ¿Ha sido ungida en una manera especial su sombra? La verdad, la sombra de Pedro no tuvo nada que hacer con los resultados que ellos buscaban.

No fue por la sombra de Pedro que ellos fueron sanados, sino por la presencia de Dios que Pedro cargaba. Al estar en aquella PRESENCIA fue bastante para sanarlos, sin imposición de manos, ni una oración.

La presencia de Dios a través de la sombra habló a la gente de que Dios quiere sanarlas y ayudarlas.

Dios habla al mundo a través de nosotros y de esta manera cuando estamos en su presencia.

Somos llamados “hijos de Dios.” Como hijos, tenemos algunos derechos y privilegios que nos pertenecen. Igual como el hijo de un rey, hay cosas que podemos tener y también podemos hacer que nadie otro puede.

Mas a todos los que le recibieron,  a los que creen en su nombre,  les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. (Juan 1:12 RV60)

Tenemos permiso para entrar en la presencia de Dios; no como cualquiera que viene al rey, sino como uno que tiene una buena relación con él. No hay necesidad para tener temor para entrar en Su presencia, ni que llegamos gateando como gusanitos, sino podemos entrar con confianza.

Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:16.

 Llamamos a nuestro Dios, “Rey de Reyes, y Señor de Señores.” Si él es Rey de Reyes, ¿quién somos nosotros? ¡Somos los reyes! Si él es Señor de Señores, ¿quién somos nosotros? ¡Somos los Señores! Dios nos ha hecho “un reino de reyes y sacerdotes” (Apocalipsis 1:6). Así necesitamos cambiar nuestra mentalidad para aceptarnos como reyes, señores, y príncipes.

Esto nos muestra algo bien hermoso de nuestra habilidad para estar en la presencia de Dios.

¿Por qué el hijo de rey tiene este habilidad? Porque es hijo. Pero, la verdad es que hay algo más que solo ser hijo. El buen rey sabe que vendrá el día en cual tendrá que dejar su trono al hijo. Entonces, este derecho tiene un propósito instructivo. Por estar sentado junto con su papá, aprenderá como el rey hace sus decisiones, edictos, y negocios. También, aprenderá como son los consejeros del rey, los varios ministros, y el funcionamiento del reino.

Por esta relación íntima, el príncipe tendrá un conocimiento del corazón del rey que nadie otro puede tener. Este conocimiento le ayudará cuando viene el día que tiene que tomar el trono de su papa. Aunque probablemente tendrá también sus propias ideas en cómo debe reinar, estas ideas serán basadas en la experiencia que ha recibido sentado junto con su papa.

Igualmente, el Rey de Reyes, nuestro Padre Dios, quiere que sentamos junto con El para escuchar Su corazón. Así podemos aprender como reinar aquí en este mundo. Si no lo hacemos, ¿cómo podemos esperar hacer los cosas en acuerdo con Su voluntad?

La Llave a Su Presencia

Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza: Alabadle, bendecid su nombre. Salmos 100:4

Abrimos el portón del cielo por nuestras acciones de gracias. Luego, entramos a los atrios del palacio de Dios por nuestras alabanzas. Finalmente, llegamos delante de Su trono por bendecir Su nombre. ¿Qué es esto? Literalmente, es por nuestras adoraciones. Esta es la llave para entrar en el cielo.

¿Sabe qué? Te puedo garantizar que Satanás conoce esta llave. Sin embargo, estoy igualmente confiado que él no puede usarla. ¿Por qué? Porque Satanás no quiere alabar y adorar a nuestro Dios. En efecto, él quiere recibir esta alabanza y adoración que damos al Señor.

Pues, si es tan fácil entrar en la gran PRESENCIA de Dios, y tenemos un derecho para hacerlo; ¿por qué no encontramos más creyentes cargando la PRESENCIA de Dios con ellos? En efecto, es muy raro encontrar un creyente que verdaderamente tiene la presencia de Dios con él. Muchos dicen que sí la tienen, pero no como estoy hablando. Ellos piensen que tener  la piel de gallina es una gran presencia de Dios. Pero, ¡esto no es nada a lado de la PRESENCIA!

Aunque tenemos derecho como hijos para entrar en la presencia de Dios, hay muchos creyentes que son temerosos para entrar allí.

No hemos cambiado desde el tiempo de Moisés. Cuando Dios dió los Diez Mandamientos a Moisés, El también mandó que los Israelitas se acercaran a la montaña, para ver unas manifestaciones de Su presencia. No pudieron poner pie sobre la montaña, pero tuvieron de acercar.

Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos,  y el sonido de la bocina,  y el monte que humeaba;  y viéndolo el pueblo,  temblaron,  y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés:  Habla tú con nosotros,  y nosotros oiremos;  pero no hable Dios con nosotros,  para que no muramos. Y Moisés respondió al pueblo:  No temáis;  porque para probaros vino Dios,  y para que su temor esté delante de vosotros,  para que no pequéis. Entonces el pueblo estuvo a lo lejos,  y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios.  (Exo 20:18-21 RV60)

Todavía hay muchos en la iglesia que tienen este mismo temor. Ellos ven las manifestaciones de la presencia de Dios y tiemblan, pensando de que entrando allí pueden sacar algo de sus vidas. El problema es que lo que temen de perder son cosas que necesitan perder. Pero. A ellos mismos, estas cosas son demasiado valiosas para perder.

Entonces, en vez de acercar a Dios, ellos piden a sus pastores, o a un evangelista, “Acércate tú por nosotros, y quedamos aquí. Cuando regresas, compártanos lo que Dios te ha dado. Pero, no queremos pagar el precio de acercar por nosotros mismos.”

¡Qué triste! Con todo lo que Dios nos ha dado, y todo que El quiere dar, ellos no quieren recibir. Están más interesados en mantener sus pecados escondidos que tener una relación íntima con Papi Dios.

Obviamente, Moisés recibió mucho más de los que pusieron de lejos. Igualmente hoy en día, los que acercan a Dios reciben mucha más de los que queden afuera, esperando “una palabra fresca.” Quizás reciben su palabra fresca, pero no les vale mucho porque tampoco quieren pagar el precio necesario para aplicarlo a sus vidas.

Hay un precio que pagar en tener la PRESENCIA de Dios. Sí, hay. La salvación es gratis, pero todo lo demás cuesta. No nos cuesta financieramente, pero nos cuesta en otras maneras. Más que todo, nos cuesta en lo que tenemos que dejar para mantenernos en Su PRESENCIA. Siempre hay estas cosas que uno necesita dejar; pero, por la verdad son cosas que nos benefician dejar; son cosas que no nos ayudan, aunque nos agradan.

Si queremos la gran PRESENCIA de Dios; a ser portadores de este PRESENCIA; a tener la habilidad para decir, “en cuya presencia estoy” tenemos que tomar en cuenta que habrá muchos cambios en nuestros vidas. Todo que no agrada a Dios tiene que salir de nosotros, y el enfoque de nuestras vidas tiene que ser El. Tenemos que cambiar como usamos el tiempo, para asegurar que hay bastante tiempo para relacionarnos con El que nos amó (y todavía nos ama).

¿Por qué hay muy pocos creyentes que tienen la PRESENCIA de Dios?
Porque hay muy pocos creyentes que deciden pagar el precio para tenerlo. Lo demás que dicen que quieren Su presencia, lo quieren barato. Pero, no hay manera “barata” para encontrar Su PRESENCIA.

 Pues, si hay cosas que tenemos que hacer, o un precio que tenemos que pagar, ¿que son?

Buena pregunta. Vamos a tomar unos minutos para examinar unas cosas que afectan nuestra habilidad para vivir en la presencia de Dios.

Deseo

Lo más obvio, y lo más básico es tener un deseo para la presencia de Dios. Uno que no tiene el deseo no buscará. No podemos engañar a Dios en esto, Él es un experto en ver el condición de nuestros corazones.

A través de la historia había gente quienes buscaban a Dios por su propio beneficio. Ellos no tuvieron interés en relacionarse con Dios por la relación, sino por una bendición que buscaban de Él. El entendimiento de aquella gente sobre nuestro Dios es tan superficial, que piensen de Dios como proveedor, y nada más. No han entrado en un relación íntima con Dios. O, para ponerlo en otra manera, buscaban la mano de Dios, en vez de buscar a Su rostro.

Cuando buscamos nada más la mano de Dios, podemos encontrarlo. Dios está dispuesto a juntar con ellos que solamente buscan su mano, pero es aún más dispuesto para pasar tiempo con los que buscan Su rostro.

Dios es más interesado en los que buscan Su rostro. ¿Por qué? Porque ellos son los que aman a Dios. Igualmente como un padre que quiere dar al niño que le abraza, Dios quiere dar a los que le adoran.

Hay un verso en el evangelio de Juan que sale un poco diferente en ingles que como sale en español. “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores: más si alguno es un adorador a Dios, y hace su voluntad, á éste oye” (Juan 9:31). En español la parte subrayada dice: “temeroso de Dios” El problema con este traducción es que los demonios son temerosos de Dios; aunque no le aman. Dios, como un padre, escucha más a los que Le aman.

¿Por qué los adoradores son tan importantes que Dios los oye?
Porque ellos son los que viven una vida de expresar su amor hacia Él. Son la gente favorita de Dios.

En el tiempo de Rey Asa (rey de Judá), Dios dio una profecía, de parte de un profeta desconocido que es tan importante en nuestro entendimiento de la presencia de Dios. El pueblo de aquel día lo aceptó con gozo y lo aplicó a sus vidas, con mucho éxito. Si podemos hacer igual, creo que podemos tener el mismo éxito.

Oídme, Asa, y todo Judá y Benjamín: Jehová es con vosotros, si vosotros fueres con él: y si le buscareis, será hallado de vosotros; más si le dejareis, él también os dejará. 2 Crónicas 15:2 

Del cual juramento todos los de Judá se alegraron; porque de todo su corazón lo juraban, y de toda su voluntad lo buscaban: y fué hallado de ellos; y dióles Jehová reposo de todas partes. 2 Crónicas 15:15

¿Has visto el éxito que tuvieron? Dice al fin de verso 15, “y dióles Jehová reposo de todas partes.” A mí, esto suena como éxito. Por tener la presencia de Dios con ellos, no tuvieron que batallar, tuvieron la paz.

El nuevo testamento habla de este misma cosa. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mat 7:7 y  Lucas 11:9).
Pero, si lo leemos en griego, trae un significado mucho más amplio. Los griegos dijeron orgullosamente, “podemos decir más en una palabra de nuestro idioma, que otros pueden decir en una frase. Entonces, si veremos este verso en el significado griego, lo encontramos así: “Pedid, y continuas pidiendo, y se os dará; buscad, y sigues buscando, y hallaréis; llamad, y continuas llamando, y se os abrirá.”

Cuando lo leemos así, trae mucho más a nuestras vidas. No es suficiente que pedimos una vez, o buscamos por un rato, o llamar a Dios solamente una vez. Si tenemos un deseo por la presencia de Dios, formaremos un estilo de vida en cual estamos haciendolo continuamente.

Otro verso muy útil en entender este concepto es 2 Crónicas 16:9 – “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para corroborar á los que tienen corazón perfecto para con él.”

Pero, si no somos perfectos, ¿cómo podemos tener un corazón perfecto? Buena pregunta. Esto es uno de los lugares en escritura en cual sufrimos por el traducción. En hebreo, la idea de perfecto aquí viene de la palabra “shalem.”Shalem” es el verbo por “shalom” que conocemos como “paz.” Es un verbo porque habla de una acción, específicamente la acción de pagar todo de una deuda. Se refiere a la paz completa que llega cuando uno por fin termina de pagar una deuda.

La deuda que tenemos a Dios es para darle todo nuestro corazón. Así podemos ver en este verso que Dios está buscando personas con corazones totalmente rendido y entregado a Él.

Uno que tiene un gran deseo por la presencia de Dios va a manifestarlo por tener un corazón cien por ciento entregado a El. Los que no han llegado al cien por ciento todavía no tienen este gran deseo. Están pensando de tener Su presencia, pero no tienen el hambre que les motiva a dar todo a nuestro Dios.

Humildad –

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Isaías 57:15

En la iglesia, hablamos del “pecado original” como el pecado que hizo Adan, cuando comió de la fruta del árbol del conocimiento del bueno y mal en el huerto de Ende. Pero, por la verdad el acto de comer la fruta no fue el primer pecado, sino el orgullo en los corazones de Adán y Eva que les motivaron a comer aquella fruta. En efecto, el primer pecado es antes de esto, cuando

Satanás levanto en rebelión, diciendo, “levantaré mi trono más alto de los estrellas de Dios” (Isa 14:13).

Mirándolo así, podemos decir con seguridad que el primer pecado fue el pecado de orgullo. Dios no quiere nadie que anda en cualquier tipo de orgullo. ¿Por qué? Porque cuando andamos en orgullo, no le permitimos ser Dios en nuestras vidas.

Al aceptar a Jesucristo como Salvador, sin aceptarlo como Señor es un acto de orgullo. Cuando lo hacemos, estamos declarándole, “Yo acepto lo que has hecho para mi, como siervo mío. Pero, mantengo el lugar de Dios sobre mi propia vida.” Esto es un acto de orgullo extremo. Déjame decirte, si Jesucristo no es Señor en tu vida, tampoco es Salvador.

Dios no visita a los orgullosos, porque ellos no le aceptan como el Dios Altísimo sobre sus propias vidas. Quizás dicen que le aceptan, pero El no fija tanto en nuestras palabras, como fija en la actitud de nuestros corazones. No podemos engañar a Dios, Él puede ver claramente nuestros motivos y deseos.

Tristemente, tenemos una gran problema en conocer nuestros propios corazones. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para examinarnos, y mostrarnos lo que tenemos en nuestros corazones. Si no lo hacemos, nunca nos conocemos a nuestros mismos.

Somos mandados a humillarnos en el Nuevo Testamento. No solamente somos mandados, pero esto es tan importante a Jehová, que si no lo hacemos, El nos humillará.

Humillaos delante del Señor, y él os ensalzará. Santiago 4:10

Porque el que se ensalzare, será humillado; y el que se humillare, será ensalzado. Mateo 23:12

No se de ti, pero pienso es mucho mejor aprender como humillarme, en vez de esperar que Dios me humillaré. Yo se que no es facíl, es una batalla constante. En efecto, pienso que es más difícil para los que estan en el ministerio que es por otra gente.

¿Por qué digo es más difícil? Porque en el ministerio tenemos la lucha constante entre ser humilde, y ser conocido. Si no somos conocidos, no tenemos oportunidad para ministrar a la gente. Pero, por el otro lado, si intentamos de levantarnos, para que podemos tener la oportunidad para ministrar a la gente, Dios nos humillará.

El gran secreto es enfocarnos en hacer la obra del Señor, esperando en humildad por el día que el nos levantará. Esta requiere paciencia, una otra característica que es difícil obtener. Pero, vale la pena, porque sin tener humildad, no podemos tener Su presencia.

Pureza –

Todos sabemos que Dios no puede estar donde hay pecado. Pero, mientras que lo sabemos, intentamos de rogar por Su presencia, sin ser puro. ¿Como podemos pedir la presencia del Altisimo sabiendo que esta presencia no puede venir a nosotros, por el pecado en nuestros corazones?

Creo que esto es porque no recibimos más presencia de lo que necesitamos para tener piel de gallina. Si Dios llega a nosotros con la penitud de Su gran PRESENCIA, mientras que estamos andando en tanto pecado, no lo podemos aguantar. Hay un precio que pagar si queremos tener la presencia de Dios, y una parte muy importante de este precio es tener una vida santa, en cual El será comodo en nuestra presencia.

Dios mandó al pueblo de Israel, “seréis santo, porque yo soy santo” (Lev 11:44, 45, 20:26). Si este mandamiento aplica a ellos, que solamente tuvieron la presencia de Dios en la columna de fuego/nube, ¿qué tanto más debemos ser santos, para tener Su presencia en nuestros corazones?

La santidad no es una mascara que metimos sobre nuestras vidas. Ni tampoco es una serie de reglas, legalistas que obedecemos para “parecer” santos. La verdadera santidad es algo de corazón. Se expresa por los actos que hacemos en el exterior, pero se nace en el corazón.

Hay muchos que han intentado parecer santos, pero sin tratar con sus corazones. Otra vez, tengo que decir que no podemos engañar a Dios. Una apariencia de santidad no cuenta por nada con El.

No hay nada qué Dios ha pedido de nosotros qué no es para nuestro beneficio. No se puede encontrar ningun mandamiento, en toda la Biblia, qué está escrito para el beneficio de Dios, todos son para nuestro beneficio. Cuando obedecemos Sus mandamientos, nos ponemos en el lugar en cual El puede bendecirnos; no solamente bendecirnos, sino también visitarnos con Su presencia.

Cualquiera que permanece en él, no peca; cualquiera que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. 7 Hijitos, no os engañe ninguno: el que hace justicia, es justo, como él también es justo. 8 El que hace pecado, es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 9 Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado, porque su simiente está en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.  1 Juan 3:6-9

Creo que estos versos son bien claros. Los que habitan en el Señor no hacen pecado. Pero, por el otro lado, los que hacen pecado no son de Dios, son de diablo. Los que intenten ser de Dios, mientras que estan continuando en su pecado son mentirosos; no tanto a los otros, sino a ellos mismos. Ellos no pueden ver la verdad de sus propios vidas, porque son ciegos.

Tristemente, muchos continúan buscando la presencia de Dios, mientras que esconden pecados en sus corazones. Se sienten frustrados, porque no reciben lo que quieren. No quieren enfrentar sus problemas, pensando que están bien escondidos. Pero, Dios los ve claramente.

Hay otra parte de esto que tengo que mencionar. Dios tiene la sabiduria para saber el peligro de visitar Su presencia a los que andan en pecado. El dijo a Moíses, “No podrás ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá” (Ex 33:20).

No es que el hombre muere porque la presencia de Dios es algo malo por nosotros, en efecto es algo muy bueno. Pero, la PRESENCIA de Dios es tan santo, qeu destruye cualquier pecado. Si somos santos, la PRESENCIA no nos lastima en ninguna manera. Pero, si estamos llenos de pecado, la presencia de Dios mata a este pecado. En el proceso, si no hay bastante santidad dentro de nosotros, podemos morir por Su PRESENCIA.

Para el creyente que está buscando tener una relación muy intima con Dios, Su presencia nos ayuda. Cada vez que entramos en Su PRESENCIA, más y más de la carne natural (como la naturaleza de carnalidad) muere, permitiendonos ser más y más santos. Así la presencia nos ayuda grandemente. Pero, a los que no quieren matar al varon carnal, les lastima.

Alabanza y Adoración –

Ya he mencionado como la alabanza y adoración son la llave para entrar en la presencia de Dios. Si esto es, y no lo usamos, ¿qué de nosotros?

Hay mucha gente que cantan, pero pocos que adoran. No es adoración porque el cantico es lento, o porque declaramos es un adoración. Ni es un adoración porque el estilo de cantico, o las palabras son de adoración. Todas estas cosas ayudan, pero no pueden hacerlo una adoración. Más que todo, lo que hace el cantico una adoración es el corazón de persona cantando.

Es muy raro encontrar un grupo de alabanza en una iglesia que son adoradores. Muchos son músicos y cantantes. Ellos están allí porque se gozan en tocar y cantar. Gusta estar delante del pueblo, y gustan aún más cuando la gente les reconozca como miembros del grupo.

Igualmente, es muy rara que los que tienen un ministerio como cantante son adoradores. Primeramente vemos que no cantan canticos de adoración. Pero, otro vez, no tienen el corazón. Ellos cantan para recibir el aplauso de la iglesia; literalmente tomando la gloria que debe estar dado a Dios.

Marcos Witt escribió un libro acerca de este fenómeno titulado, “¿Qué Hacemos con estos Músicos?” Se trata en el libro con la problema de la iglesia en encontrar verdaderos adoradores por el equipo musical de la iglesia. Es algo que tenemos que aplicar a nuestras iglesias.

Una vez que encontramos verdaderos adoradores para nuestro equipo de alabanza y adoración, se causa un gran cambio de nuestros cultos. Esto es el primero paso a transformar la congregación a ser adoradores. Ellos necesitan la ayuda de gente ungida y llamado como adoradores, para que puedan aprender cómo ser adoradores también.

En una iglesia de adoradores, el tiempo donde encontramos más de la presencia de Dios es al fin del tiempo de adoración. Fíjate bien, no estoy hablando de un tiempo de canticos, estoy hablando de un tiempo de adoración. A cantar unos coros, o himnos a Dios, sin tener el corazón de adorador no trae nada de Su presencia. Solamente podemos adorar por verdad cuando la adoración es un expresión de nuestro amor hacia Papi Dios.

Los miembros de aquella iglesia pueden aprender más fácilmente como vivir en la presencia de Dios. Por tener la experiencia de adoración profunda, aprenden como ser adoradores, y lo hacen en privado también. Cuando necesitan la presencia, saben cómo buscarlo por sus mismos.

Oración

La verdadera oración, no de petición, pero de buscar el rostro de Dios, y la verdadera adoración son muy parecidas. Hay solamente una línea muy delgada entre los dos. A veces en nuestra oración nos encontramos de repente adorando a Dios. Igualmente, hay tiempos en la adoración en cual empezamos a cantar un oración.

En ambos casos, la meta es igual, buscar el rostro de Dios. Dios nunca propuso la oración solamente como una manera de pedir cosas de Él. En efecto, si estudiamos el bosquejo de oración, el “Padre Nuestro” encontramos que la oración de petición es la parte más breve. Al otro extremo, la parte de la oración que es más grande es la parte que está glorificando a Dios, o lo que podemos decir es adoración.

Jesucristo nos explicó porque no tenemos que pasar mucho de nuestro tiempo de oración en petición. Nos dijo, “No os hagáis, pues, semejantes á ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6:8). Pues, si Él sabe de nuestras necesidades antes que pedimos (y por la verdad Él sabe mejor que nosotros, porque no podemos ver el futuro), ¿por qué pasamos tanto tiempo pidiéndole?

A pasar tanto tiempo pidiendo a Dios por nuestras necesidades, en vez de otros tipos de oración muestra una falta de fe. Parece que pensamos que convencer a Dios que El mueve para nuestro beneficio. Pero, no es así. El quiere mover para nuestro beneficio.

No estoy diciendo que nunca debemos pedir. Sí, tenemos que pedir. Pero, no debemos enfocar en esta parte de la oración hasta dejar otros partes. Otra vez, tenemos que regresar al bosquejo de oración. Creo que Jesucristo hizo esta oración absolutamente perfecta. No solamente en lo que dijo en la oración, sino en cómo lo dijo también. El orden de la oración es importante, igualmente como el porcentaje de las palabras que fueron usadas por cada parte.

Es de suma importancia que permitamos la guianza del Espíritu Santo en nuestras oraciones. No me importa si creas en orar en lenguas, o no creas en esto; en cualquier caso necesitamos la ayuda del Espíritu Santo. Es el que sabe cómo debemos orar, mucho mejor que nosotros.

La verdadera oración no es solamente el tiempo que apartamos para orar; es algo que hacemos a través del día. Si, debemos tener un tiempo especial para orar, pero no debemos limitarnos a este tiempo. El Señor nos prometió, “he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). La idea aquí no es solamente unos momentos por día, sino todo los momentos de todos los días. Él no está con nosotros solamente en nuestro tiempo de oración. Si está con nosotros, ¿por qué no Le hablamos?

Todos los grandes ministros que he estudiado tuvieron vidas de mucha oración. Pasaron horas por día buscando la presencia de Dios. Paul Yongi Cho, el pastor famoso de la más grande iglesia en Korea, tiene el habito de pasar cinco horas por día en oración. Hay muchos que le han preguntado, ”¿Como puede pasar tantos horas en oración, mientras que tiene una iglesia tan grande? El siempre tiene la misma respuesta, “No entiendes, si no paso tanto tiempo en oración, no puedo cumplir todo que tengo que hacer. Pero, cuando oro mis cinco horas, Dios cumple lo que tiene que cumplir.”

La iglesia de Korea, no solamente la del pastor Cho es conocida por mucha oración. También es conocida por mucho del poder y presencia de Dios. ¿Por qué? Por sus oraciones. La oración profunda nos trae a la presencia de Dios.

Amado hermano, tengo qué decirte que en estos días Dios está buscando gente qué están dispuestas a pagar el precio para tener Su PRESENCIA. El mundo necesita este tipo de gente, para ir sanando y ganando los perdidos. Si no aceptamos esta llamada, El buscará los que le acepten.

Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para corroborar á los que tienen corazón perfecto para con él. 2 Cronicas 16:9


 

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